"La mejor forma de recuperarse de la crisis del COVID-19 será apostar por las personas"
Desde hace 15 años, el World Economic Forum (Foro de Davos), incluye en la agenda de su encuentro anual que se celebra en Enero, un apartado dedicado al Informe sobre Riesgos Globales. Este Informe analiza y clasifica los principales riesgos que afectan a la Humanidad en función del nivel de impacto y su grado de incertidumbre. Este análisis de los riesgos está basado en la aportación de una red de expertos, y en el de este año 2020 señalaba como posibles riesgos de mayor probabilidad e impacto los asociados al medio ambiente (los pasados cinco años han sido los más cálidos desde que se registra la temperatura): episodios de meteorología extrema, los efectos del cambio climático y los desastres naturales son los factores que ocupaban los tres primeros puestos en el mapa de riesgos. Completaban este podio el aumento de los ciberataques y las preocupaciones sobre las estructuras socioeconómicas que amplifican la desigualdad.
Aparecía también el riesgo de una enfermedad infecciosa pandémica, con un impacto considerable, aunque la probabilidad que se le asignaba era menor, por poco no estaba incluida en el cuadrante de “alta probabilidad - alto impacto”. Es lo que tiene la prospectiva, que mira el futuro a través de un cristal empañado, y puede equivocarse… Y eso que para finales de enero el ruido que llegaba de Wuhan era bastante considerable… El mapa completo incluye treinta riesgos globales entre los que se encuentran, además de los mencionados anteriormente, otros factores de carácter económico, como por ejemplo el desempleo o una crisis fiscal; riesgos sociales como por ejemplo la migración involuntaria; y riesgos de carácter geopolítico. Los conflictos armados o los ataques terroristas entran dentro de esta última dimensión.
Vivimos en un mundo global, en el que este tipo de riesgos sistémicos pueden desatar en cualquier momento una tormenta perfecta, como hemos podido comprobar con la pandemia creada por el virus COVID-19. No te digo nada si se juntan dos o más de estos golpes (¿te imaginas el confinamiento sumado a un apagón digital?). Es difícil gestionar el día a día teniendo en cuenta estos riesgos. ¿Cómo te preparas para un tsunami, o para un huracán? ¿o cómo preparar tu empresa para seguir funcionando en un escenario sin comunicaciones digitales? Tendríamos que implementar tantos sistemas duplicados, tantas medidas de protección, que al final casi no podríamos movernos, y la empresa acabaría muriendo de tanta sobreprotección… Igual si pensamos en la gestión de los territorios, de los países. No podemos prepararnos para todos los eventuales ataques que podemos sufrir, porque tendríamos que decretar un estado de alarma permanente… La solución pasa más por la flexibilidad y la resiliencia, que por los procedimientos y las normas. Pasa sobre todo por el compromiso de las personas, por nuestra capacidad de resisitir. Lo hemos comprobado estos días cuando, en cuestión de horas, muchos hemos tenido que reinventarnos para teletrabajar desde casa. Otros muchos se han tenido que adaptar a ERTEs, o al cierre forzoso de la actividad de sus empresas (no todas las actividades son susceptibles de digitalizarse…). Por eso, la mejor forma de prepararse para estos golpes globales, siempre será invertir en las personas.
Aparecía también el riesgo de una pandemia, aunque la probabilidad que se le asignaba era menor, por poco no estaba incluida en el cuadrante de alta probabilidad - alto impacto
La mejor forma de recuperarse de la crisis del COVID-19, será apostar por ellas, por su compromiso, por su capacidad de innovar, por su solidaridad, por su confianza en que saldremos adelante a
pesar de las dificultades. Decimos con mucha frecuencia que la inversión más relevante en las empresas son las personas, pero luego en la práctica nos olvidamos de esta prioridad, y dejamos que sean otras las que marquen nuestras decisiones. Te recomiendo que, en estos días de confinamiento que nos quedan, te descargues y leas este Global Risk Report 2020 del WEF que está disponible de forma gratuita en Internet (si te aburres mucho, puedes ver también cómo ha ido evolucionando la percepción sobre la probabilidad e impacto de los riesgos a lo largo de los últimos 15 años). Verás que los riesgos son muy reales, y que vivimos sobre el afilado filo de una navaja. Quizá esa conciencia de nuestra fragilidad, nos ayude a interiorizar un poco más que, de verdad, las personas son lo más importante, y lo único que puede marcar la diferencia cuando vengan mal dadas. Si esto consigue esta crisis, habrá servido al menos para algo…
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