Kepa Olivares, presidente de la Asociación de Sociedades Laborales (ASLE).
El coronavirus ha roto bruscamente el ciclo económico. Muchas empresas se enfrentan ahora a una crisis de supervivencia, campo en el que ASLE, asociación de las sociedades laborales, tiene una dilatada experiencia. Como señala a Empresa XXI su presidente, Kepa Olivares, “la clave es asumir desde un primer momento el proceso de reestructuración; y también valorar en primer lugar la opción de la empresa laboral. No dejarlo como última opción”.
- ¿ASLE es una asociación representativa en el País Vasco?
- Sí. Es una asociación de economía social muy conocida y reconocida. Más de la mitad de las sociedades laborales de Euskadi están asociadas y, desde hace dos años, hemos ampliado nuestro radio a las empresas participadas. Hasta la fecha, hemos incorporado una treintena. Hay que señalar que Euskadi cuenta con 570 sociedades laborales con más de 7.100 trabajadores. También que tenemos mucho peso en la industria, que representa más del 50 por ciento de los asociados y las empresas de mayor tamaño. En los últimos años, con el cambio de la Ley y la posibilidad de crear empresas laborales de dos y tres trabajadores, además de los proyectos de emprendimiento, ha deparado la incorporación de nuevos socios más relacionados con el sector servicios.
- ASLE es una sociedad sin ánimo de lucro. ¿Cuáles son sus objetivos como asociación?
- El objetivo global es representar a las empresas laborales y participadas. El trabajo lo canalizamos en las vertientes externa e interna. El trabajo hacia fuera se centra en representar al sector ante las instituciones y en proyectar públicamente a estas empresas. En el aspecto interno, el trabajo se dirige al asesoramiento y al soporte asistencial en temas de gestión, formación y otros campos. Hay que tener en cuenta que una parte destacada del sector está formado por empresas con menos de 10 trabajadores que necesitan servicios jurídicos o económico-contables. El año pasado también dimos un gran salto en la proyección de nuestra economía social con el impulso de la asociación ‘LaborPar’, que agrupa a las distintas territoriales del sector y que preside nuestra compañera Jone Nolte. Hemos dado
un paso más con respecto a la anterior asociación, Confesal, para reforzar la interlocución con los ministerios. Nuestra legislación mercantil se elabora en el Congreso y no podemos olvidar que en España hay 9.000 sociedades laborales y 65.000 participadas.
- ¿En estos momentos críticos, cree que los valores de ASLE son una herramienta válida para salvar empresas en los próximos meses?
- Sí. ASLE acumula una gran experiencia en el reflotamiento de empresas. Nuestra asociación nació en la crisis que se vivió a finales de los 70 del siglo pasado. Las empresas saldrán debilitadas y endeudadas de la crisis actual, y necesitarán reactivarse. La voluntad de compromiso y corresponsabilidad será muy importante en los próximos meses y años para conseguirlo. Desde nuestro punto de vista, está claro que la opción de la empresa laboral para reconducir los proyectos se debe valorar en primer lugar. No dejarla como última opción. Esto lo deben valorar las asociaciones, sindicatos e instituciones. Ahí está el ejemplo de La Naval. Se ha esperado la aparición de un inversor salvador hasta el cierre. El tiempo es muy importante y juega en contra de la supervivencia de los proyectos. Es clave asumir desde el primer momento el proceso de reestructuración. Cuanto más se tarde, más difícil será el reflotamiento.
- ASLE mantiene una posición activa en favor de la participación de los trabajadores en las empresas. ¿Qué instrumentos tienen?
- Los planes de participación los trabajamos, fundamentalmente, con las Diputaciones. Buscamos que, en una primera fase, haya participación en la gestión y los be neficios, pero siempre con la meta de llegar a la participación accionarial. Tenemos instrumentos de capital como el Fondo Lanpar o ayudas directas, pero todavía están infrautilizados. Las administraciones trabajan mucho el emprendimiento individual y menos el colectivo, pero los datos reflejan que las sociedades laborales generan un empleo más estable y proyectos más fuertes.
- ¿Es adecuado el trato legal como empresas de economía social?
- No es momento para ponerse a llorar, pero, si se acepta que la economía social genera cohesión social y se considera que son valores a promocionar, también se debe dar un trato preferente. Somos el pariente pobre de la economía social respecto a las cooperativas, que tienen un régimen específico. Con la nueva Ley de Cooperativas vasca, que ha limitado la responsabilidad
de los socios, la situación ahora es similar a la de los socios de empresas laborales, por lo que se deberían armonizar otros aspectos
- ¿Las empresas laborales, igual que las familiares, tienen un problema con la sucesión?
- Sí. Es un tema en el que trabajamos desde hace años con el ‘Contrato Social’ en las empresas, que fija la manera de realizar la transmisión de acciones entre los socios antiguos y los nuevos. Está muy extendido, pero sí se dan problemas en las empresas que no lo tienen. Además, con la Diputación de Gipuzkoa, trabajamos en un proyecto de sucesión de empresa familiar a laboral, que beneficie a ambas partes y evite la pérdida de centros de decisión. Hay varios planes en marcha que están pendientes de que se apruebe la normativa fiscal.
- ¿Si tuviera que elegir, en este momento, optaría por los ERTE o por bolsas de horas que pudieran extenderse a 2020 y 2021?
- No lo veo con una dicotomía tan clara. Ambas son compatibles. En la industria utilizamos habitualmente las bolsas de horas porque la demanda no es homogénea y hay épocas valle. El ERTE debe verse como un complemento más que como una alternativa.
- ¿La participación de los trabajadores en la propiedad de la empresa es un asunto más de actitud que de una fiscalidad adecuada?
- Tendría que decir que mejorar la fiscalidad, pero es más un problema de actitud. Los trabajadores, en general, están cómodos y no quieren la corresponsabilidad. En la sociedad priman los valores individuales. Tampoco vemos a empresarios motivados en el fomento de la participación.
- ¿El mundo sindical, como sucedía en el pasado, sigue prefiriendo un empresario a una sociedad laboral para resolver una crisis?
- Sí, hay que decirlo con mucha pena. Están cómodos en los parámetros del siglo pasado. Valoran tener un antagonista enfrente para reivindicar. En las crisis empresariales, normalmente, priorizan la llegada de un caballero blanco que nos salve en lugar de soluciones colectivas de autosalvación. En ASLE utilizamos mucho un eslogan que aprendimos en Colombia: “el dueño del problema es el dueño de la solución”. No hay que esperar que la Administración solucione los problemas. Existen herramientas y también la ayuda de ASLE para dar salida real a estos casos.
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