- ¿Con qué fines se creó el clúster hace 15 años?
- Nuestro Clúster se creó con el objeto de mejorar la competitividad del tejido empresarial vasco que realiza actividades de logística, transporte y proveedores de soluciones, tecnología y servicios auxiliares mediante la innovación, la internacionalización y la difusión de sus avances. Quizá, el reto más importante y en el que todavía trabajamos es en la consideración de esas actividades como un sector industrial estratégico y específico, que va más allá de la operación de mercancías y personas, y que está formado por la cadena de valor cuyo trabajo tiene como objetivo el movimiento seguro, eficiente, sostenible y limpio de personas y de mercancías. Quiero destacar como nuestro mayor logro la confianza que hemos tejido con nuestros asociados, que se refleja en una estrecha relación con ellos en las tres áreas que constituyen nuestro trabajo como agrupación.
- ¿Con cuántos socios cuenta actualmente, a qué áreas pertenecen y qué supone su actividad?
- Actualmente contamos con 111 socios, cuya facturación supera los 13.000 millones de euros, un 17% del PIB de Euskadi. La industria que representamos está compuesta por operadores de transporte de mercancías y de personas; pero también por los gestores de las infraestructuras que utilizan; la industria que les provee de productos, tecnologías, sistemas y servicios; las administraciones reguladoras; los agentes de investigación y formación; y las empresas que consideran que la logística es un proceso esencial en su negocio. Todos ellos participan homogéneamente en nuestra agrupación, respondiendo al concepto de transversalidad y cadena de valor que sustenta la teoría Clúster en la que se apoyan, entre otros, el Gobierno Vasco y el Ministerio de Industria. Somos, además, un sector intensivo en innovación, como no puede ser de otro modo siendo el sector habilitador del cambio disruptivo que está viviendo la Movilidad, impulsado por la digitalización, la transición energética y la necesidad de ser más eficientes en el uso del territorio como sociedad. Nuestros asociados destinan un 3,8% de su facturación a la innovación (donde la ratio deseable se sitúa en el 2%), exportan un 31% y dan empleo a más de 57 mil personas.
- ¿Cuáles son los objetivos de la asociación de cara a este 2020?
- Como entidad, el Clúster aborda el año 2020 como el de cierre del plan estratégico actual y preparación del que nos guiará hasta 2024. En 2020 estamos recogiendo los resultados de un cuatrienio en el que estamos constatando un balance positivo que ratifica nuestro compromiso con la innovación, en línea con el de nuestros asociados. Aunque todavía son datos provisionales a la espera del cierre de este ejercicio, hemos incrementado un 15% el valor de los proyectos en los que hemos trabajado y, durante estos cuatro años hemos traccionado hacia nuestro territorio más de 7 millones de euros procedentes de fondos europeos. Además, lógicamente, este año estamos especialmente centrados en proporcionar apoyo a nuestros asociados ante la situación que atravesamos, para lo que estamos colaborando con el Gobierno Vasco a través de SPRI y también con BCLM, desde donde queremos impulsar iniciativas de promoción
sectorial.
- ¿Podría explicar alguno de los proyectos estratégicos en los que está trabajando el clúster a día de hoy?
- En materia Logística destacaría el proyecto Galatea. Aunque su ámbito de innovación se circunscribe al entorno portuario, a través de este proyecto que hemos iniciado este año, también europeo, el Clúster dispondrá de una importante cantidad de fondos europeos para financiar a pymes vascas que planteen soluciones innovadoras en materia portuaria, tanto aplicada a la mejora de la infraestructura, como a la operación, trazabilidad o las condiciones de la mercancía, entre otros.
- ¿Cómo ha afectado la Covid-19 al sector de la movilidad?
- De forma muy diversa. En primer término, la logística ha sido un servicio esencial durante el periodo más duro de la pandemia, aunque también se ha visto afectada por el parón industrial y lo que supone respecto a pérdida de actividad ligada a las dificultades de aprovisionamiento, de producción y, por tanto, de distribución a cliente. En cuanto a Movilidad de personas, se ha extendido una percepción no fundamentada de desconfianza ante el transporte colectivo que todavía está lejos de recuperarse, pero en la que se está trabajando. En primer término, porque no responde a la realidad; y, además, porque no hay que olvidar que el transporte colectivo es para muchas personas la única alternativa de movilidad a su alcance, tanto para su vida personal, como para la laboral. Afortunadamente, la actividad de productos y servicios destinados a movilidad de personas y de mercancías, aunque afectada, como toda la economía, pensamos que se recuperará paulatinamente puesto que su trabajo está enfocado hacia la innovación, la eficiencia y la sostenibilidad medioambiental, con la digitalización como vector clave, y todas las administraciones están impulsando su compromiso con esos objetivos y con la transformación digital industrial. Quiero recordar que Industria 4.0 es Logística 4.0.
-¿Sería necesario homogeneizar la legislación que afecta a la distribución urbana de mercancías?
- Es necesario y deseable. Todos los agentes implicados en la DUM necesitan un marco de acción común para gestionarse óptimamente, máxime cuando muchos se desempeñan en más de un municipio.
-¿Acabar con el diésel es la única forma de acabar con las emisiones del sector del transporte?
- Desde luego que no. Desde el punto de vista energético, la manera de hacerlo es utilizar la energía óptima para cada necesidad de Movilidad, contemplándolas todas y durante su ciclo de vida completo.
-La movilidad se enfrenta a dos transiciones importantes: la tecnológica y la energética. ¿Cuál traerá un cambio más disruptivo?
- No me atrevo a decir que el cambio más disruptivo sea la transición tecnológica o la energética, porque no podemos olvidar la social. La Movilidad está inmersa en una transición disruptiva en la que intervienen diferentes vectores y su incidencia es simultánea. El cambio disruptivo es la eficiencia: energética, tecnológica y la asociada al territorio.
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