Allá por los noventa, en plena ola del “lopezdearriortuismo”, uno de mis jefes, ya entonces veterano directivo de una importante química de Euskadi, me decía: “Apretar sin consideración a los proveedores es un error mortal. Hay que dar oportunidad al proveedor para que gane dinero, para que sea una fuente de innovación para ti”.

Hace unas semanas, hablando de los paros en el transporte previstos para los días previos a Navidad, un ejecutivo de una importante empresa cargadora, que fácilmente podría ser hijo de aquel primero, me decía que entendía perfectamente los motivos de la convocatoria, que obviamente les perjudicaba, pero que la situación del sector del transporte estaba llegando a unos extremos insostenibles. No hablaba solamente del precio que se paga por los portes, que es por supuesto esencial, es la falta de consideración con la que se trata a los conductores en muchos centros de carga y descarga, con interminables horas de espera, atribuciones de responsabilidad que no les corresponden o la imposición de realizar ellos mismos la carga y descarga de la mercancía, con una coordinación de prevención de riesgos, en muchas ocasiones, mejorable.

En la Química de Euskadi seguimos creyendo en la inversión de futuro que supone empatizar con nuestros proveedores y permitir que ganen dinero. No se trata de incrementar precios porque sí, usualmente imposibles de repercutir, sino de aumentar el valor de la aportación del transporte: reducir tiempos, mejorar eficiencias, incrementar la seguridad, innovar en los equipamientos. Por ejemplo: muchas de nuestras plantas se han esforzado en mejorar la seguridad de los conductores en la manipulación de sus propios cisternas, incluso con importantes inversiones, ¿no estaríamos bien dispuestos a atender ofertas si los proveedores automatizaran sus cisternas eliminando ese riesgo?... pues eso.

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