Las últimas elecciones europeas han ratificado los malos augurios de los sondeos. El auge de la ultraderecha es una realidad tras confirmar el pasado 9 de junio su asalto al Parlamento Europeo; un movimiento sísmico que, lejos de ser flor de un día, amenaza con tambalear los cimientos de todo lo logrado durante las últimas siete décadas. Las buenas noticias son que, si bien es cierto que ha habido susto, se ha conseguido salvar los muebles. Los números han salido para reeditar una coalición parlamentaria que contenga y frene a las formaciones de extrema derecha y ultranacionalistas.
Se abre un nuevo ciclo legislativo con un claro mensaje de las urnas: hay que sentarse a trabajar en un programa que dé respuesta a los problemas de los ciudadanos. Cinco años decisivos para el futuro de Europa en un momento en el que no exhibe su mejor forma. Temas tan relevantes como el Pacto Verde, la recuperación económica, el nuevo Pacto de Estabilidad y Crecimiento y las nuevas reglas fiscales marcarán la agenda de la Eurocámara.
La UE tiene por delante una nueva etapa en la que tendrá que abordar diferentes retos para no perder el tren de la innovación y la competitividad frente a Estados Unidos y China, lo que pasa por definir su posición en el tablero internacional. Hablamos de una Unión Europea con unos aliados claros, con un mayor crecimiento de su productividad y una clara apuesta por la inversión en investigación e innovación como garantes de su prosperidad y autonomía. Veremos lo que nos depara el próximo lustro.
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