Para un efecto similar a la prohibición fijada para 2030, bastaría con arbitrar medidas económicas.
La ley vasca de 2019, denominada de Sostenibilidad Energética, incluía obligaciones y restricciones en materia de eficiencia energética para el sector industrial vasco, que fueron posteriormente desarrolladas en el decreto 254/2020. Sin embargo, uno de los artículos más comentados de la ley quedó pendiente para un desarrollo posterior. En concreto, el artículo 34 que establecía el 31 de diciembre de 2030 como fecha límite para la eliminación completa de hidrocarburos líquidos para cualquier uso, como fuente de energía en las industrias ubicadas en Euskadi.
Esta norma, que no es un elemento aislado pues deriva de la directiva europea de 2006, implica una intromisión legal en la gestión de la industria un tanto ofensiva, si me lo permiten, pues viene a entrometerse en cómo se trabaja en uno de los aspectos clave de la competitividad, un ámbito con el que, si una empresa no es capaz de lidiar con eficacia, lo más probable es que cierre en poco tiempo. Para conseguir un efecto similar a la prohibición fijada para 2030, bastaría con que se arbitraran medidas económicas. Mantener los precios de la energía eléctrica y del gas en márgenes razonables y competitivos y hacer inasumibles los costes del gasóleo, multiplicaría las inversiones y aceleraría los cambios con mucha más rapidez que una prohibición, que es imposible de justificar y amortizar económicamente, con los datos contables en la mano, y muy complicado de implementar legalmente, por la ausencia de músculo inspector en este campo.
Es bien cierto que influir en el precio de la electricidad o en el de los hidrocarburos líquidos excede con mucho a la capacidad de influencia de un gobierno autonómico, incluso estatal, pero, con el fuel prácticamente desaparecido de la industria y las aplicaciones del gasóleo, parque móvil aparte (carretillas elevadoras, por ejemplo) dedicadas, generalmente, a temas auxiliares o sistemas de reserva en caso de problemas con el suministro eléctrico o de gas, introducir más aspectos de incertidumbre no parece lo más adecuado, con tan poco que ganar en eficiencia y sostenibilidad. La industria vasca cumplirá y se adaptará, como siempre, pero será a costa de muchas horas de esfuerzo, para muy poca ganancia.
Todos los derechos reservados Industria y Comunicación S.A.