Gipuexit

Los caminos del Señor son inescrutables... Es decir, no intente comprenderlos porque no obedecen a parámetros terrenales. En estos días he tenido la sensación de volver al colegio y la parroquia con la sucesión de declaraciones y mociones que parecen entrar en contradicción económica, aunque en este caso sí son muy terrenales. Por un lado, el poder en el País Vasco cuenta que quiere convertir el territorio en un lugar atractivo para la inversión exterior, me imagino que tanto del sur del Ebro, como del norte de los Pirineos y de allende los mares.

Con la misma idea de vitaminar el país, se formula una propuesta, sin detalles, para crear una especie de fondo soberano entre administración, instituciones financieras y ‘family offices’ para la salvaguarda del arraigo de las empresas vascas (esperemos que de las mejores). Traducido: que vengan los de fuera a comprar los ‘saldos’, o a hacer algo nuevo (¿esto se les pedirá a los de casa en su operativa exterior?); y a los inversores financieros que pongan al servicio del poder sus recursos y que concentren su riesgo financiero.

Esta última medida es imposible, salvo en una parte marginal de fondos por lógica reguladora y prudencial; ya que se supone que el poder no aspira a vallar pymes de los especuladores exteriores, sino a liderar operaciones de calado para las que el músculo es muy escaso. Para animar la inversión, que es muy miedosa, las Juntas de Gipuzkoa ponen letra pequeña al compromiso de estabilidad, con el partido líder y el aspirante a sustituirle activando una especie de ‘Gipuexit’ en el que quieren que se incluya el derecho a decidir de los vascos, para poner en el horizonte un hipotético ‘Euskalexit’. Por lo menos avisan de las condiciones...

Algunos piensan que es broma, una herramienta negociadora para sacar ‘más’, como la británica en su día con la CE con dos humoristas como Farage y Johnson y un ‘guapín’ como Cameron. La broma ya la disfrutan los británicos. Aquí sería todavía más jocosa.