Voy a tratar de dejarte un conjunto de ideas, una especie de decálogo...
La gestión de la innovación es una función relativamente joven en las organizaciones, si la comparamos con otras más consolidadas, como la gestión económico-financiera, el marketing o la gestión del talento (antes recursos humanos). Aunque cada vez vamos entendiendo mejor cómo llevar a la práctica, como construir procesos robustos que nos garanticen una adecuada gestión de la innovación, en muchos casos, especialmente en organizaciones más pequeñas, no existe todavía una idea clara de cómo hacerlo bien. O si queremos especializar un puesto de responsable de innovación, tampoco resulta evidente cómo definir sus funciones, métricas, ubicación organizativa, nivel de recursos…
Por si estás en este caso, voy a tratar de dejarte un conjunto de ideas, una especie de decálogo, por si te ayudan a pensar y organizarte un poco. Primera. La unidad de gestión de la innovación es el proyecto. Innovar necesita objetivos, recursos, plazos, planificación, seguimiento, una persona responsable, un equipo…
La forma de gestionar todo ello es un proyecto, de I+D o de Innovación. Si no sabes por dónde empezar, empieza haciendo una lista de los proyectos que estás haciendo, o que piensas que habría que hacer para mejorar tus productos, tus procesos, tu organización, tus prácticas comerciales, tus herramientas TIC (a esta parte de la innovación la llamamos transformación digital), el uso de los recursos energéticos y naturales (a esta parte la llamamos transformación sostenible). Mira si esos proyectos están bien definidos, y se están gestionando adecuadamente. Es el comienzo.
Segunda. Una vez que ya tienes una lista de proyectos, es importante que gestiones el conjunto, el portafolio, no solo cada uno de ellos por separado. La visión de conjunto es relevante ¿están equilibrados el corto y el largo plazo? ¿los riesgos? ¿hay proyectos que deberías “matar”, porque no están dando resultado y te quitan foco y recursos?...
Tercero. Estas dos primeras tareas pueden descansar en una persona, pero no viene mal compartir y crear un foro, un comité en el que participen diferentes personas de áreas distintas y que construyan decisiones compartidas sobre qué proyectos hacer o no hacer. Puede ser el mismo comité de dirección, que dedique una reunión monográfica cada cierto tiempo a hacer el seguimiento del portafolio de proyectos de innovación.
Cuarto. Planifica y consigue recursos públicos y privados para tus proyectos. Los proyectos de innovación nunca son un gasto, sino una inversión. El dinero que inviertes, si el proyecto sale bien, tiene que volver vía reducción de costes, incremento de ventas, mayor satisfacción de tus personas… Como son proyectos que pueden salir mal, hay en muchos casos subvenciones que te ayudan a reducir ese riesgo. Optimiza la captación de fondos públicos para tus actividades de I+D, de Transformación Digital, de Eficiencia Energética. Si no te da la vida, subcontrata estas tareas.
Quinto. Explora y construye, con paciencia, un ecosistema de innovación abierta. Que algunos de tus proyectos incorporen socios o proveedores que te aporten lo que no puedes alcanzar solo con tu organización. Puedes investigar en las universidades, los centros tecnológicos, las incubadoras de start-ups, los clusters… No siempre sale bien a la primera, pero si perseveras puedes llegar a encontrar verdaderos filones.
Sexto. Construye una cultura organizativa en el que todas las personas busquen y aporten ideas innovadoras, y reciban feedback positivo cuando lo hacen. Todo proyecto nace de una idea, y es preciso buscarlas proactivamente, implicar a toda la organización a aportar y desarrollar esas nuevas ideas, hasta que se conviertan en realidades.
Séptimo. No basta con esperar a que lleguen buenas ideas, es preciso ir poniendo en marcha una cierta sistemática de vigilancia, de atención a los cambios que va trayendo el futuro, de prospectiva. Es un arte no adelantarse, y no quedarse atrás: elegir el momento justo en que a las ideas les toca llegar al mercado.
Octavo. Define un cuadro de mando, establece métricas que te ayuden a corregir el rumbo cuando haya desviaciones.
Noveno. Una vez que tengas todo lo anterior, vete mejorando año a año esa maquinaria que has puesto en marcha. Siempre es posible hacer las cosas mejor. Si lo haces bien, además, podrás ir aumentando los recursos dedicados a estas actividades, porque descubrirás que pocas cosas son más rentables que invertir en innovación.
Décimo, muy importante, disfruta del viaje : )
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