Digitalización, adaptación a la nueva RGI y un cambio profundo de su proceso organizativo son los retos que aborda actualmente Lanbide. Su directora explica a Empresa XXI varias iniciativas en las que trabaja la entidad de la mano del tejido productivo.
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> ¿Cuáles son los retos principales a los que se enfrenta Lanbide?
Nos hicimos cargo del servicio en un momento de transformación y vimos que teníamos que dar la vuelta a todo Lanbide al tiempo que gestionábamos el día a día, es decir, la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) y las políticas activas de empleo. Para ello, hemos puesto en marcha el plan Lanbide Hobetzen, en el que tenemos marcados hasta 20 proyectos transformadores, todos ellos relacionados. Si tuviera que destacar tres de ellos, porque son tractores de todos los demás, diría que uno es el proyecto de digitalización de la organización, otro es toda la adaptación de la RGI a la nueva ley, que está ya aprobada en Consejo de Gobierno, y, en tercer lugar, hay que realizar un cambio profundo del proceso organizativo.
> Las transformaciones que vivimos están acelerando la necesidad de implementar la digitalización en todos los ámbitos y veo que Lanbide no es una excepción.
Por eso nos hemos centrado en diseñar todo un proyecto de estas características en el que hemos visto que es necesaria una oficina que dirija la digitalización, una factoría que desarrolle los proyectos desde la parte estratégica y una academia de la digitalización para enseñar los procesos a las personas de la organización. Estos son los tres grandes bloques que nos ayudarán en este ámbito.
> Y de puertas afuera, de cara a los usuarios del servicio, ¿cómo pretenden trabajar en ese proceso de digitalización?
Uno de los proyectos que podríamos citar como ejemplo es nuestro Centro de Tecnología Avanzada, una herramienta con la cual queremos preparar a las personas en perfiles tecnológicos y digitales. Estamos analizando dónde podríamos instalarlo y, al mismo tiempo, avanzamos en diferentes proyectos relacionados, como un convenio que firmaremos en breve con la Fundación Vass que servirá para ofrecer servicios tecnológicos y formaciones en esa línea en colaboración con empresas de este ámbito.
> ¿Cree, precisamente, que la colaboración con el tejido empresarial es una de las cuestiones más importantes que debe abordar Lanbide?
Hay que acercarse a las empresas para saber qué está pasando y qué es lo que necesitan. Esta es una de las cuestiones que desde el principio hemos visto más débil en el servicio. Para darle solución, hemos puesto en marcha diferentes iniciativas, como una serie de protocolos con varios clústeres o el programa Aukera Berri, que van en esa línea de ir acercándose al tejido empresarial. En definitiva, estamos abriendo varias vías para atender a los usuarios y a la empresa con el fin de ir dando un servicio atractivo. La intermediación llegará cuánto más trabajado tengamos esto.
> ¿En qué consiste el programa Aukera Berri?
El proyecto empezó en 2021, cuando vimos que, a raíz de la pandemia, el sector metalúrgico estaba expulsando personas que, en muchos casos, estaban formadas o tenían mucha experiencia en sus puestos. Vimos que con una recualificación muy ajustada y una reorientación su reinserción podía ser rápida. Con el apoyo de la Federación Vizcaína de Empresas del Metal (FVEM) empezamos a trabajar para adaptar a esas personas para puestos en otros sectores o dentro del propio sector, en empresas que necesitaban mano de obra.
> ¿Tienen previsto abrir el programa a otros sectores?
Aukera Berri tiene que ser un programa dinámico y abierto. Los sectores tienen momentos mejores y peores por diferentes circunstancias y la fórmula es estar en comunicación con ellos para trabajar en su recualificación. De hecho, hemos ido ampliando esta iniciativa a otras actividades como fabricación de productos metálicos, otro material de transporte, industria manufacturera, comercio mayorista y minorista, hostelería, actividades financieras e incluso agencias de viajes. En apenas seis meses, hemos visto que ha habido una recolocación del 44 por ciento de todos los trabajadores que se incluyeron en el programa y aunque el resto no se recolocó directamente, sí recibió una formación y está en proceso de conseguir un empleo.
> En cuanto a los protocolos con clústeres, ¿qué buscan con esta iniciativa?
Es una interlocución que nos viene muy bien para acercarnos a las empresas que forman parte de ellos. Los protocolos se implementan para colaborar en diferentes programas o realizar proyectos concretos, desde una invitación a una jornada, hasta una iniciativa enfocada a la detección de necesidades, pasando por una intervención. Lo que queremos, y por eso lo hemos elevado a la viceconsejería de Empleo, es una relación de continuidad. El programa se presentó en marzo de este año y ya tenemos acuerdos con Gaia, Aclima, Hegan, Acicae, el Clúster de Alimentación de Euskadi, Eraikune, AFM, Uniport y el Clúster de Movilidad y Logística de Euskadi.
> ¿Otra iniciativa para avanzar en esa colaboración con el tejido productivo es la puesta en marcha de la Unidad de Atención a Empresas?
Nos parece importante tener unidades de este tipo donde vayamos trabajando más específicamente, incluso sectorialmente, con orientadores que estén más especializados, fundamentalmente en la parte industrial, y se entiendan con el lenguaje de la empresa. Estamos trabajando en una metodología para ver cómo lo desplegamos. Lo que queremos es conectar los sistemas que tenemos, que son muy potentes, con una base de empresas. Queremos empezar a hacer cosas con las unidades de empresa, aunque todavía no todo el sistema esté integrado, a finales de este mismo año, para, posteriormente, ir integrando servicios. El objetivo es generar con las compañías una relación de confianza a largo plazo.
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